domingo, 29 de marzo de 2009

Los Vecinos del Segundo Piso (broma Malkavian de Ircanius)


¡¡Que broma más grande!! Os la contaré a vosotros, murciélagos ciegos que lo veis todo.

Después de hablar con la nueva ciega más que nadie, me fui para comprarle un regalo; un regalo pequeño si podía. Y acabé subiendo las escaleras del segundo piso. Oí al regalo; hacía un sonido bonito que le gustaría seguro seguro.

Pero no podía llevarme el regalo y tampoco tenía dinero para pagarlo gratis, así que toqué la puerta para decirles que el regalo era mío.

-¿Quién es?- Me ordenó la voz de la puerta.

Yo sabía que la puerta no quería que me llevara el regalo, así que a lo mejor tendría que gastarle una broma a la puerta y su amiga del teléfono.

-Soy agente de policía. Siento molestarle a estas horas de la noche, pero deben saber que ha habido un reciente homicidio en el segundo piso de este edificio.

La puerta lloraba y su amiga del teléfono palidecía escondida. Y la puerta volvió a ordenarme.

-¿Pero cómo? Los del segundo piso eran buenas personas, ¿Cómo han muerto?

-Lo siento pero no puedo darles detalles al respecto. Tan solo les comunico que deberán de abandonar el edificio en breves momentos. Un equipo de agentes les ayudará en todo lo que necesiten y serán trasladados a un refugio donde pasarán la noche y podrán descansar. Pero necesitamos todo el edificio despejado para su investigación.

La puerta temblaba y la broma ya estaba dicha. Pobre puerta.

-Enséñeme la placa.

-Entonces por favor, abra un poco la puerta para que pueda mostrársela.

¡¡Y la puerta se abrió!! Yo tan solo le enseñé un montón de humo en la boca y la nariz y mostré un poco la verdad. Pero no lo soportó muy bien...

Y la voz de la puerta se calló al suelo mientras lloraba de alegría viendo la verdad, pero su amiga del teléfono se asustaba y me dijo que utilizara el teléfono. Que tonta, no sabe lo que la voz de la puerta quiere; así que utilicé el teléfono en su cabeza. Pero no funcionaba y me fui.

No me gustó que la voz de la puerta viera tanta verdad. Me equivoqué y lo reconozco, así que le cerré los ojos para siempre. Y la boca, no vaya a ser que hablara otra vez y se cerrara entre el regalo y yo.

Los bajé al segundo piso, los acosté y me fui por el regalo. Era pequeño y ruidoso, así que le gustaría a la ciega más que nadie. Que niña más rara: está loca.

Bajé otra vez las escaleras y entonces vi lo peor: los vecinos del segundo piso asesinados. ¿Pero cómo? Los del segundo piso eran buenas personas, ¿Cómo han muerto?

Un huevo más en la telaraña. ¡JAJAJAJA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario